Paz Peña, autora, consultora y activista ha escrito un libro de reciente publicación titulado ‘Tecnologías para un planeta en llamas’. En esta entrevista, hablamos de su libro y de su vision de un futuro justo y feminista.
En tu libro escribes sobre los peligros del tecnocapitalismo y la necesidad de una transición digital justa en la era de la crisis climática y ecológica. ¿Por qué elegiste esta mirada del capitalismo para tu análisis?
Quería trabajar en un libro sobre los impactos sociales y ambientales de la tecnología, pero no quería hacer un texto solamente contra la tecnología. Eso estaba fuera de cuestión. Entonces encontré el concepto del tecnocapitalismo que, en el fondo, en la lógica económica, es una idea que domina ciertos desarrollos de la tecnología.
Es un concepto rico, justamente, para desviarme de la premisa de que la tecnología es mala o no nos va a ayudar en el camino de mitigar la crisis. Primero, fue una elección para dejar de pensar en estas ideas apocalípticas de la tecnología. Segundo, porque efectivamente hoy día, la evidencia muestra claramente que la infraestructura física que necesita el tecnocapitalismo, está abocada a crecer y crecer.
Es la idea del crecimiento como progreso, y esto tiene unas consecuencias sociales muy evidentes: que la digitalización se plantea también como una solución o una mitigación a la crisis climática. Significa que va a seguir creciendo en el tiempo porque va a ser un ingrediente fundamental para la mitigación de la crisis climática.
Eso va a traer consecuencias en términos de uso de recursos, en términos de afectación a comunidades, etcétera. Hoy me parecía que eso era algo que no estamos considerando. El libro trata de ser una introducción al público común. Es un ensayo, pero está pensado para que el público común empiece a mirar críticamente a la digitalización y el tecnocapitalismo como supuesta salida a la crisis climática.
¿Escribiendo el libro, has encontrado algunas tecnologías que de verdad prometen un mundo mejor? ¿O que podemos usar contra la crisis climática en que vivimos hoy?
Sí, definitivamente. Una parte importante al final del libro muestra tecnologías digitales que nos pueden apoyar en las distintas salidas o mitigaciones a la crisis climática.
Por supuesto, nunca pensando que es la única solución, sino que puede apoyar a comunidades territoriales en la mitigación. Por ejemplo, encontré en esta investigación un montón de proyectos en América Latina, independientes, feministas, de comunidades indígenas, que desde hace mucho tiempo están pensando en otras formas de hacer tecnología. Que vienen desde el territorio, pensando en la biodiversidad como un valor en los desarrollos tecnológicos. Que miran a la tecnodiversidad, y no al desarrollo singular de tecnologías.
¿Cómo fue escribir este libro? ¿Cuáles fueron tus aprendizajes?
Fue un proceso súper duro pero muy satisfactorio. Fue duro porque conté con poco tiempo. Según yo, tenía el libro en la cabeza, pero fue una mentira, una fantasía mía. La verdad era que necesitaba mucha lectura mientras iba trabajando para profundizar en los conceptos y cerrar las ideas. Tuve seis meses para escribir el libro. Los primeros cuatro estuve leyendo y los últimos dos meses estuve escribiendo. Una locura máxima, pero de todas formas disfruté mucho escribirlo. Mi recomendación ahora es: no confíes en el libro que tienes en la cabeza. Mi otra recomendación es que está bien ponerle una fecha, porque hay un momento en que tienes que estar listo, en que el libro tiene que salir.
Mirando al futuro… ¿Cómo seria un futuro tecnológico feminista y justo para ti?
Pienso que el mundo occidental ve al futuro tecnológico como algo singular y de avanzada. El futuro tecnológico está en la lógica tecnocapitalista, queriendo ser el próximo unicornio de Silicon Valley, o el próximo millonario. Pero podemos ver al futuro de forma diferente, más allá del supuesto de que toda tecnología tiene que chupar datos personales, e ir siempre al crecimiento.
Una lección de América Latina es que hay muchos futuros, que existen en muchos tiempos. Hoy puedes ver que las realidades, los pasados, los futuros, los presentes conviven en un nivel profundo. Hay una palabra un poco complicada en español, pero que me gusta, que es abigarrado. Sugiere que a veces los tiempos están superpuestos.
Los futuros feministas y justos existen, están ocurriendo, los podemos encontrar. Y lo que deberíamos hacer ahora es tratar de trabajar para que esos distintos futuros tecnológicos que ya existen puedan tener una posibilidad económica, porque me parece que lo que está ocurriendo hoy es que esos proyectos, que son muy ricos, mueren en el camino básicamente porque no tienen ningún apoyo.
Tenemos una tecnodiversidad muy fuerte en el caso latinoamericano y no me cabe duda que también en otros continentes. Lo que deberíamos hacer es, como política pública, impulsar una agenda que ponga en relieve futuros que están ocurriendo actualmente. Creo que es muy posible construir futuros tecnológicos justos y feministas.
Muchísimas gracias.
Paz Peña Ochoa es una investigadora independiente enfocada en la intersección entre tecnologías digitales, feminismo y justicia social. Los últimos años ha estado especialmente concentrada en comprender los impactos socioambientales de la digitalización, su relación con las energías verdes y el papel que tiene Ámerica Latina en este escenario. Como consultora, trabaja en proyectos de investigación y en políticas públicas para distintas organizaciones de la sociedad civil, academia y organismos internacionales. Vive en Santiago de Chile.
Katrin Fritsch researches, writes and consults at the intersection of climate justice, digital rights, and feminism. She advises organisations on data, justice, and emerging technologies. Currently, she is a senior program manager at Green Web Foundation, and the chair of epicenter.works. Previously, she co-founded and co-led MOTIF, a think tank working towards social justice in the digital age. Katrin is the co-initiator of Feminist Futures, and holds an MSc in Data & Society from London School of Economics and Political Science.